Un politiquero es aquel que le promete puestos burocráticos a sus amigos, a quienes hablen bien de él, a quienes hagan creer a la ciudadanía que lo mejor es regresar al atraso y a la corrupción que presenció Medellín entre el 2000 y el 2003.
Como se sabe el voto de todos los ciudadanos tiene el mismo valor, sin importar su condición socio económica. Y es esa igualdad entre los votantes, la que no soporta el verdadero politiquero, a quien le importan las élites económicas, esas que pueden financiar con dinero obras infraestructurales absurdas y que no les importan los desempleados, los pobres, que representan la mayor parte de la población de Medellín.
Para esas personas el politiquero no trabaja, solo los embauca, los convence con regalos, mercados, sancochos y rumbas callejeras para que una vez den su voto queden en la misma miseria en la que fueron engañados.
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